Vi su cuerpecillo menudo zarandeado por la olas,
inerte y sin vida,
sin dignidad,
ningún dios lo acunó entre sus brazos,
mínimo como sus años.
Y vi a los sabios metiéndose en portales seguros,
la generosidad se nubló junto al coraje,
nadie habló,
el silencio gritaba inseguro.
Noticiarios sin emoción relataban la tragedia,
imbuidos en un protocolo racional acordado,
¡Neutralidad!
Después, los dioses mercado,
el dios dinero,
y la diosa fama.
Cifras, muchas cifras sin alma,
Rostros deshumanizados lo invaden todo,
tropiezo una y otra vez en la aguja que marca la hora en punto,
un inmenso vacío me llena.
Y sueño.