carta a dios
[...]
A lo largo de mi lejana historia, de mi andar por este mundo, tu mundo, he aprendido que las cosas no son tan aparentes. Al principio, odié a tus hijos con todo mi poder, con todo mi espíritu. Me esforzaba con absoluta obsesión y de forma metódica en sacar todo lo peor de sus almas. Los odiaba de forma visceral. Pero empecé a ver su abandono, su sufrimiento y frustración. El desgarro por falta de pan (niños que morían chupando una piedra para aliviar el hambre), la miseria, la más absoluta pobreza, y comparé mi sufrimiento con el suyo. Vi a niños rotos, como muñecos de porcelana, por la guerra de tus hombres, vi a hombres esparcidos, como si fuesen basura, al pisar una mina, vi a niñas violadas por salvajes enloquecidos y las vi llorar desde la más absoluta indefensión y desesperanza, vi lo que tu descendencia ha hecho en tu nombre. Yo no he hecho eso, lo has permitido tú, como padre tienes la absoluta responsabilidad de velar por tus hijos indefensos y perdidos.
Y, ¿sabes qué?, con el tiempo mi odio se transformó en compasión, el sufrimiento más cegador e impotente, a lo largo de mi existencia, me dio la sensibilidad para el perdón, para la ternura.
La perfección no comete errores, no hay espacio para ello.
[...]
la dama de áfrica
Es casi media noche. Conecto la televisión y paso de un canal a otro. No recuerdo en cuál de ellos entrevistan a una mujer. Tez joven pero marchita, ojos claros abiertos y vivos color miel. Con un hablar sereno.
Es madre, esposa e hija y ha sido violada por varios hombres con subfusiles que compraron a una honrada empresa occidental o asiática.
Cuando el periodista le dice que narre la violación, ella ladea la mirada y siento su vergüenza.
Con el dolor que produce la crispación ante el miedo, con el cansancio acumulado por meses de sufrimiento, con la indefensión aferrada a la piel, ella le pide, con voz temblorosa, no hablar del hecho.
Su marido, sus hijos y sus padres la han repudiado por haberlo permitido. Lo más doloroso de todo es que ella, con esa mirada, también se rechaza.
Duerme en la calle, sola, en el más absoluto desamparo.
Me avergüenzo.
Vergüenza.
El cuadro se enmarca en la ancestral violencia del hombre contra lo femenino. Seres cobardes y miserables, despojos de lo peor que es capaz de producir la humanidad, sedientos de ruindad. La violencia del macho en un círculo vicioso perpetuo que engendra más y más violencia. La víctima que se puede convertir en verdugo, en una secuencia interminable.
A veces se hace insoportable ver lo que hemos creado.
de plomo y barro
Caminas por un espacio estrecho y ancestral,
Pedregoso y duro,
de arbustos que rasgan la carne,
aliagas,
zarzas,
maleza espesa que no da posibilidad al desvío.
No hay cruces,
ni puentes,
ni atalayas desde donde otear el horizonte.
Deambulas sonámbulo,
con un andar denso,
como en un lodazal,
intentas levantar tus pies pesados
y no puedes,
son de plomo.
De plomo y barro.
Es una ruta solitaria,
desnuda en su naturaleza,
desprovista de ternura,
aislada y fría,
sin descansos,
en donde el tiempo pierde su valor porque se compra,
donde nada es suficiente,
en donde has de ser el único,
el primero,
el mejor,
tu valor se calcula por el peso de tus bolsillos,
y por un minuto olvidado en el edén.
Este es el mundo que crearon para ti,
para nosotros,
fantasías de un poder sin límites,
ilusiones desmedidas,
anestesias locales,
tengo lo que soy,
soy lo que tengo,
pero, ¿qué soy?,
¿qué soy?
¿Y si pudieras salir de ese camino?
¿Escapar de esos nudos?,
¿del tedioso destino de lo cotidiano?
¿Qué harías sin ropa?
¿Qué harías cada mañana sin esas voces que te exigen,
que te obligan,
que te inutilizan?
¿Cómo podrías llenar tu tiempo?
¿Y sabes?
¡Lo sabes!,
conoces tu fuerza,
tu fortaleza,
la capacidad de tu empeño,
tu curiosidad infinita,
tu poder cuando te entregas a un desafío,
tu espíritu creativo y libre,
tu coraje.
Porque puedes doblarte como el trigo,
ser piadoso e indulgente,
puedes plantar en vez de segar,
dar en vez de robar,
sonreír,
abrazar,
perdonar,
puedes amar,
venciendo al miedo,
puedes elegir.
¡Sí!, podemos elegir
la tierra llora
¡YO!
Un ser único,
capaz de retos inimaginables,
indivisible y eterno.
Soy el resultado de lo perfecto,
de lo irrepetible,
con derechos.
Tengo derecho a la avaricia,
esa es nuestra naturaleza y me gusta.
La avaricia del poder, del éxito, del sexo, del dinero, del tener más y más,
porque nunca es suficiente.
Si quiero algo y puedo obtenerlo, tenerlo, así de simple.
Observo mis pisadas y me recreo,
empiezo a ascender la escalera,
paso a paso, huella a huella,
asciendo y una satisfacción turbadora me llena,
me embriaga.
Miro desde lo alto del mundo,
unas veces con condescendencia
y otras con desprecio,
a todo lo que está bajo mis pies: sobre todo a los hombres.
Los primeros hombres buscaron dioses a su servicio,
prometiéndoles vasallaje.
¡Yo!... dejé de ser súbdito de Dios,
dejé de perseguirle y me he convertido en Él,
¡Yo soy Dios!
Mi arrogancia y mi soberbia son características indiscutibles de mi carácter,
de mi fuerza,
de mi fortaleza
tramontana
Un sol implacable abrasa un suelo cuarteado,
matorral inerte y seco cubre el pinar,
suenan cientos de cigarras, miles,
hormigas hacendosas deambulan sin un rumbo aparente,
una tórtola despliega su arrullo monótono.
Latas y botellas rotas decoran algunos recodos,
pequeños barrancos sedientos descienden la montaña,
el aroma de la dulce resina penetra,
envolviendo al niño que fui.
El mar está cerca,
lo percibo, lo siento,
el perfume del Mediterráneo aviva mi pertenencia,
remueve mi pasado,
nostalgia.
Llego a la línea de lo gris, de lo negro,
súbitamente se acaba el verde,
un silencio pétreo se acomoda,
un olor agrio se adueña de la fragancia del pino,
mi corazón se rompe,
grita y llora.
La atrevida ignorancia habla con lenguas de fuego,
camina caprichosa a su libre albedrío,
destruye, aniquila,
quema toda esperanza,
toda belleza.
Busco algo vivo,
algo que nos redima,
una probabilidad.
Camino entre cenizas y tierras calcinadas,
la Tramontana gime,
un sollozo interminable se oye,
pasó la desesperación pero no el dolor.
Una brizna de brisa sopla desde el levante,
el romero, tímido, aparece en una pequeña grieta,
un nido quemado en el extremo de una rama,
quizá albergue vida la próxima primavera.
26 de julio de 2013. El mayor incendio de las Islas Baleares. Zona: entre Andratx y Estellens. 2.335 hectáreas de terreno quemadas. El incendio duró tres semanas con una gran virulencia. Causa: un vecino tira las brasas de una barbacoa al campo.
homenaje al mar
Me llamo Diuuris que significa en ganame: hijo de la lluvia. Tengo cuatrocientos treinta y cuatro años de edad, prácticamente he dejado atrás la adolescencia. Los seres de detrás de la cortina nos llaman gnomos o duendes, pero nosotros somos de Ganam, la isla viva, rodeada por una cortina infranqueable e invisible que nos aísla del exterior en donde habitan los seres de la basura y el ruido.
Cuando mis padres eran jóvenes se podía cruzar la gran cortina si tenías una cierta edad y únicamente ciertos días del año. Pero antes de que yo naciese salir de Ganam se convirtió en algo muy arriesgado, e incluso temerario, y el grupo de las siete ancianas decidió que, por el alto peligro que ello implicaba, era necesario que toda la isla se concienciara. Entonces las diversas etnias dispersas decidieron cerrar las vías de comunicación con los otros seres para evitar el descubrimiento y posterior destrucción de nuestro mundo. Así que yo no he estado allí y no podré conocerlo nunca.
[...]
noche
Metió la mano en sus bolsillos y sacó el último billete viejo y arrugado. Pidió otro tequila que lo bebió de un trago, todavía le quedaba un culo de cerveza, la miró con un gesto de pérdida. Sam Mendes, otro espalda mojada en la inmensidad de la tierra de la abundancia, solo. Otro día más en aquella ciudad llena de promesas que ahora sabía que nunca se cumplirían. Miró a su alrededor, un antro sucio y oscuro. Sonaba “Blue in green” de Miles Davis; oírla le producía una especie de ausencia, de soledad. Melancolía; atrás quedaban tantas cosas… tantas caras conocidas y ningunas presente.
Terminó la cerveza recalentada, pagó y salió a la calle casi desierta. No tenía a donde ir y se encaminó a la habitación cochambrosa que compartía con otros ilegales con su misma suerte.
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día (utopía)
Son las nueve, casi y cuarto, se despereza antes de levantarse. Ha dormido como un niño. Es sábado y se va a premiar. Piensa en el desayuno y se apresura. Aún adormilado, muele el café, su olor inunda toda la cocina, respira su aroma. Conecta la cafetera, llena la cazoleta, la ajusta y empieza a salir un denso y aromático expreso. Ahora queda calentar la leche con mucha espuma y ¡E voilà! Un maravilloso capuchino. Bebe a pequeños sorbos el delicioso líquido y bate tres huevos, les agrega un poco de queso mahonés rallado y hace una tortilla poco hecha y esponjosa; corta un tomate y le añade un poco de orégano fresco y un chorrito de aceite de oliva, tuesta pan integral que compra en un horno de leña, se hace otro capuchino, ¡está increíble! Y antes de ponerse a dar buena cuenta de todo, trocea un plátano que deja macerando en kéfir y miel para el final.
Tiene ganas de pasear por la ciudad, sentarse en una terraza, tomar algo y leer.
Una ducha que le revitaliza, se viste y sale.
El sol aún no aprieta demasiado. Una brisa agradable entra por su costado, antes de llegar al bar, quiere patear un poco la ciudad. Piensa en el mundo que se está construyendo. No es perfecto pero cuando reflexiona sobre lo que hombres y mujeres son capaces de hacer, unidos en un mismo proyecto, se emociona. Está en marcha algo nuevo, una nueva sociedad.
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[...] la mujer patriarcal
Todos vivimos y hemos vivido en un universo "machista". Todos nos hemos adaptado y aunque parezca exagerado, forma parte de nuestro "yo" más profundo. Pensamos, sentimos (emocional y físicamente) y actuamos desde un inconsciente machista.
Nos dicen que vivimos en el mejor mundo posible. Es cierto que en una parte pequeña del mundo, tenemos la gran suerte de gozar de las mayores oportunidades que nuestra especie ha tenido a lo largo de su existencia. Pero también es cierto que dentro de las posibilidades que tenemos en la actualidad, vivimos en una de las peores realidades posibles.
Prácticamente todo lo que nos rodea, lo que nos determina, deriva del patriarcado. Las grandes carencias afectivas que los padres han dejado en herencia a sus hijos, a lo largo de la existencia de nuestra especie, son las grandes responsables, no las únicas, de lo que somos ahora.
La mujer puede ser cruel, manipuladora, competitiva, violenta, ególatra, consumista, depredadora, hedonista, caprichosa y enormemente destructiva, si la educamos para ello. No obstante, lo que más la ha caracterizado a través de los tiempos ha sido su enorme carencia. El mundo patriarcal, regido por siervos y siervas, nunca quiso realmente a la mujer, nunca le regaló un vínculo seguro desde donde poder crecer y madurar. Si bien es verdad, que tampoco quiso a los hombres, la homofobia siempre nos acompañó.
Y hoy, en nuestro mundo evolucionado y moderno, las mujeres para aspirar a tener algún derecho, han de jugar al fútbol, subir el Everest, ser tiburones en la empresa o en la política; han de desarrollar la musculatura, boxear, ser árbitros, mentir; en fin, tiene que convertirse al "Patrón Hombre". Ah!, pero también tienen que parir, cuidar de la casa, estar hermosas, ponerse silicona y botox, llevar ropa erótica, pintarse y desmaquillarse cada noche, usar tacones imposibles y ser tontas, porque lo que importa es el continente, no el contenido. Han de ser premios para la vanidad del macho. Todo como siempre, con un patrón de medida idéntico.
La hemos cosificado, siempre fue así.
¡Su debilidad es nuestro fracaso!
Pero a pesar de haber respirado, sentido en lo más profundo la falta de amor, a pesar de haber sido educadas en ambientes que restringían su valía y anulaban su dignidad, siguen conservando su Esencia.
ESENCIA DE MUJER
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